¡Hola a todos!
Como es obvio, llevamos unos días sin abrir atendiendo a las recomendaciones de las fuentes oficiales. ¡Nuestro trabajo es imposible de realizar a más de metro y medio de distancia del paciente!. De todas formas, cualquier pregunta, duda o aclaración con respecto a temas de salud física que podamos dar, no dudéis en preguntar por los canales habituales.
Me gustaría hacer una reflexión sobre el confinamiento; este parón forzoso de nuestra vida cotidiana puede suponer una situación excepcional para todos nosotros. Dejando de lado la crisis sanitaria que ya de por sí es bastante grave y la económica que vendrá detrás que puede ser incluso más dura, me gustaría poner el ojo en nuestra situación de encierro y cómo podemos sobrellevarla.
Cómo podríamos convertir una situación aparentemente negativa en una posibilidad de crecimiento (como le está pasando al medio ambiente) a base de tomar conciencia.
La toma de conciencia sobre la escasez puede hacer que contemplemos la alimentación y la economía de otra manera. Quizá queramos cuidar lo que metemos en nuestro cuerpo, tanto en cantidades como en calidades, y valorar en su medida lo que se tiene. Aunque solo sea paladear con mayor intensidad la cerveza que te estas tomando.
La toma de conciencia sobre el espacio reducido puede hacerte ver lo importante que es el movimiento, el ejercicio adecuado, la conexión cuerpo-mente que se produce automáticamente, la necesidad de salir a la naturaleza más a menudo (y a cuidar de ella). Manejar la frustración y la aceptación como aspecto importante del desarrollo propio.
La toma de conciencia sobre el tiempo (libre) puede hacerte ver la importancia del que desperdicias mirando pantallas (como ésta ahora mismo, nada de lo que escribo no se te ocurriría a ti sólo si dispusieras de ese tiempo de quietud para darle una vueltecita al asunto) y puede que quizá quieras revisitar otras formas de entretenimiento analógico (escucha atenta de música, pasatiempos, estudio o lecturas que se dejan por la progresiva disminución de los rangos de atención que tenemos en este siglo).
La toma de conciencia sobre el futuro y sus desafíos puede que nos motive para recuperar a los clásicos y la forma de ver la vida en sus respectivas épocas. Hay mucha sabiduría (toda la de la humanidad) en nuestras bibliotecas a poco que nos acerquemos a ellas con curiosidad renovada. Cine clásico que le da muchas vueltas al entretenimiento y a la mayoría del producto audiovisual que se hace ahora.
La toma de conciencia sobre la comunicación y la comunidad puede hacer que le demos más y mejor importancia a nuestras interacciones y a los lazos que formamos con los demás. Quizá volver a aprender a escuchar de verdad y a empatizar con el otro. Desarrollar valores como la compasión y la solidaridad.
En fin, ¿quién dice que de este time out no pueda salir una versión evolucionada (y mejor anclada en sus orígenes y valores) de nosotros mismos?. Seguro que así iremos mejor equipados para los próximos desafíos a los que tengamos que hacer frente.
Cuidense!
Nuevos Enfoques
Fisioterapia analógica
Estos días he estado leyendo el fantástico libro «El sonido y la perfección, Una historia de la música grabada«, de Greg Milner. En el se hace un repaso histórico de cómo ha evolucionado la manera en la que escuchamos y registramos la música y sus conclusiones son realmente interesantes. En un pasado analógico, cuando Edison comenzó a grabar sonido empleando cilindros de cera, la misión era registrar el sonido de la forma más fiel posible. Aunque la tecnología no fuera la más precisa, se intentaban crear documentos sonoros de la interpretación que perduraran en el tiempo y fueran reproducidos con la menor pérdida. Ese concepto se fue ampliando con la aparición de nuevas formas de grabación y reproducción; el vinilo, la cinta magnética. Aquí ya se intentaba reproducir la presencia; intentar recrear el espacio sonoro de la interpretación (traer la sala de conciertos a casa). También dio lugar a la capacidad de editar y de ser creativos con la manipulación del sonido. Ya no sólo debía ser un registro necesariamente y la originalidad y arte de los ingenieros, productores y músicos fue capaz de crear interpretaciones y sonidos no imaginables o no presentes en la naturaleza.
El comienzo de la era digital trajo una nueva disyuntiva con respecto al modelo de plasmación sonora: el modelo analógico concibe el sonido tal y como se presenta en el mundo real (como una serie de ondas) y lo inscribe en el surco de un vinilo o en el patrón de particulas de una cinta magnética. El audio digital supuso la noción de que es posible segmentar esa onda sonora en fragmentos diminutos para reconstruirla después. Es decir, se alteró la realidad del evento que se registra. Esto ha provocado hasta la fecha numerosos debates acerca de si esa alteración afecta a la experiencia sonora (por eso los vinilos no han dejado nunca de venderse). También se ha estudiado sobre la fatiga acústica desde la aparición de los cds y la disminución de la concentración y de una pérdida general en el disfrute de la música, entre otros fenómenos. No suele sentarnos bien que nos sustituyan lo natural por sucedáneos, aunque sea apelando a la mejor conservación o a la economía.
Pero lo más paradójico sucedió despues: La «Guerra de volumen» que se originó con la aparicion de la radio FM ocasionó un empobrecimiento voluntario del sonido por el uso de compresión excesiva y la disminución de los rangos dinámicos en pos de un sonido con una pegada más fuerte y de destacar entre en resto. Si querias que tu música se escuchara en la radio y consiguiera la atención del público, debías «embrutecerla». Y más todavia cuando aparecieron otros formatos como el AAC o el MP3 en los que deliberadamente se pierde en fidelidad a condición de disminuir su tamaño como archivo y poder ser almacenado con más facilidad. Preferimos menos calidad a costa de unas ventajas que nada tienen que ver con la mejor experiencia sonora para nosotros, y la industria ha seguido favoreciendo eso. Un poco parecido a la tv y sus contenidos cada vez más «empobrecidos» a cuenta de una audiencia que se ha acomodado a ser el receptor de esa «baja calidad y alto ruido» que tenemos en pantalla gracias a la dictadura de la audiencia. Pareciera que la excelencia no nos acaba de convencer sobre todo lo demás.
Nos gusta lo que nos gusta y (ya en mi campo) nos movemos como nos movemos e interpretamos artísticamente como lo hacemos porque no hemos aprendido a hacerlo mejor. Como diria Moshe Feldenkrais, siempre hay una manera totalmente eficiente de efectuar un movimiento. Aprendemos por imitación (de la sociedad, nuestro entorno, padres..) y dedicamos relativamente muy poco esfuerzo consciente en pararnos a pensar si esa es nuestra forma de hacer las cosas, nuestra individualidad.
¿Estamos abiertos a todas las posibilidades que se nos podrían plantear en ese aspecto?
Por otro lado, en muchas ocasiones vemos cómo hay pacientes que vienen aquejados de lesiones o enfermedades como consecuencia de su estilo de vida. No se paran a pensar sobre ello y no te escuchan cuando sugieres que lo que realmente necesitan es reevaluar sus prioridades vitales. Simplemente quieren el arreglo rápido igual que el entretenimiento sencillo de los programas basura o la música hipercomprimida que solo es capaz de captar tu atención durante un breve tiempo para distraerte.
Hay veces que por la manera de presentarte ante tí, sabes que un paciente te necesita como a una «parada en el camino, recuperación de una disfunción y vuelta a la vida normal, perfectamente sentida». Ese sería el proceso ideal. Pero en otras ocasiones, la enfermedad o lesión para otros pacientes significa que se han estado «haciendo las cosas no del todo bien» durante un tiempo y entonces es preciso profundizar sobre ello para buscar las soluciones.
Qué hacemos cuando un paciente reclama un tratamiento concreto (dame un masaje y que me duela, si no es como si no me enterara) y nosotros sabemos que lo que necesita no es lo que quiere, que lo que puede mejorarle a medio plazo no va a ser la gratificación instantánea que busca. Los profesionales de la salud debemos ser honestos con respecto al tratamiento que podemos proporcionar a un paciente. Ofrecerle nuestra experiencia y punto de vista.
Enfrentarse a una lesión crónica requiere ser valiente y estar dispuesto a reevaluar su estilo de vida (creencias, auto-justificaciones etc) porque a menudo la enfermedad aparece cuando desaparece la sintonía con uno mismo. Estás donde estás ahora mismo como fruto de todas tus mejores decisiones hasta la fecha. Aceptar eso implica un trabajo y compromiso por parte del paciente que debe estar dispuesto a asumir si quiere recuperarse, aunque eso signifique abandonar sus esquemas previos y en ocasiones dar una salto a lo desconocido.
Merece la pena ese trabajo pues de ahí siempre va a generarse una evolución personal, que -es mi opinión-, era justo lo que necesitaba el paciente en el camino hacia su autorrealización. Como suele decirse, la enfermedad es una buena profesora.
Medicina Integral
Hace tiempo que tenía ganas de compartir un texto que supuso toda una revolución en mi manera de pensar sobre la actuación terapéutica. El porqué del adjetivo «integral» -que con tanta frecuencia es malinterpretado- por el creador de la «teoría integral». Algo complicado de leer (como casi todo lo de Wilber) pero si llegas al final te darás cuenta de la maravillosa mente de este filósofo (de los más importantes de la actualidad) y de que por el camino tú mismo te has vuelto un poco más listo.
La Medicina Integral de Ken Wilber
Siempre me impactó como interesante que la creencia principal del Juramento Hipocrático, un juramento que ha sido tomado en varias formas por muchos médicos en todo el mundo por casi 2000 años, es simplemente «No dañe a sus pacientes». Las órdenes positivas son pocas, pero la orden negativa nos llama la atención. ¿Por qué sería necesario pedir a un futuro médico prometer algo así? Es como si Hipócrates hubiera entendido que, de todo el poder que posee un médico, gran parte del cual es enormemente positivo y beneficioso, un punto necesita ser controlado: la capacidad casi sin precedentes de dañar a una persona, legalmente.
En varias versiones del Juramento Hipocrático, está claro que Hipócrates también entiende, particularmente cuando se trata de medicina, que hay dos formas de provocar daño: pecados de comisión y pecados de omisión. Un médico puede dañar a un paciente con lo que sabe, pero más aún con lo que ignora.
El objetivo de la medicina integral puede ser establecido simplemente como el deseo de disminuir el daño provocado por ambos pecados, y por lo tanto prepara más eficazmente el escenario para el extraordinario milagro que, 2000 años después, ninguno de nosotros entiende completamente: el hecho de curar.
De forma más positiva, el objetivo de la medicina integral es utilizar una aproximación lo más completa y comprensiva posible en el tratamiento de cualquier enfermedad -permaneciendo, obviamente, completamente consciente de las realidades pragmáticas de las restricciones de tiempo, limitaciones de seguro, y prácticas administrativas actuales. La medicina integral que se está desarrollando rápidamente en nuestros días ha ido significativamente más allá de los tempranos intentos en esta área, conocida como «holística», «alopática», «alternativa» y «complementaria». A pesar de que algunos de los componentes de esos esfuerzos pioneros han sido conservados, la medicina integral está siendo lanzada desde una plataforma mucho más amplia en su alcance, con un mayor basamento en la investigación empírica, y más eficazmente relacionada con los modelos comprensivos de la psicología y la conciencia humanas. Pero es útil recordar que la medicina integral difiere de forma significativa de tanto la medicina convencional como la medicina complementaria, al mismo tiempo que intenta incluir los elementos perdurables y efectivos de cada una.
¿Cómo sería una medicina integral como esta? ¿Y cómo podría ser aplicada efectivamente dadas las restricciones económicas y prácticas del mundo actual? Los capítulos siguientes intentan responder exactamente esas preguntas. Antes de delinear algunas de sus impactantes conclusiones, veamos el escenario considerando algunos de los problemas y dilemas tradicionales que enfrentan la mayoría de los profesionales médicos y de la salud.
Todo el mundo conoce el primer dilema, ya que durante años fue inculcado a los estudiantes de medicina: «No se involucre emocionalmente con sus pacientes». En su momento no era, ciertamente, una orden cruel y poco caritativa de tratar a las personas como objetos; era un intento genuino y sincero de aproximarse de forma desapasionada y científica a la cura de una enfermedad. Involucrarse emocionalmente con un paciente no solo nubla el juicio del médico, sino que lo agota y, concordantemente, parece dañar al paciente.
Sin embargo, una o dos décadas atrás, comenzó una explosión de investigaciones empíricas duras donde demostraron que utilizar positivamente varios factores emocionales -tanto de parte del médico como del paciente- tenía un profundo efecto afirmativo en el tratamiento, en muchos casos reduciendo no sólo el tiempo de recuperación sino que también los costos médicos. Estudios controlados mostraron consistentemente que, si ciertos elementos emocionales y afectivos son comprometidos en el proceso de curación, se tienden a ver efectos positivos en todo tipo de pacientes. Para decirlo claramente, no involucrarse emocionalmente en algunos aspectos puede no solo incrementar los costos médicos sino que puede dañar al paciente. ¿Qué debe hacer un pobre doctor?
Las escuelas de medicina en todo el país comenzaron contemplando esta investigación con suspicacia. Todo el asunto tenía demasiadas connotaciones «New Age» para la mayoría de los médicos convencionales. Tratar de introducir estos factores «subjetivos» era lo opuesto a lo que debería estar haciendo la medicina moderna. No obstante, virtualmente todas las escuelas de medicina fueron forzadas a confrontar este asunto cuando la investigación mostró que los pacientes estaban alejándose rápidamente de la medicina ortodoxa y gastando alrededor de 2 billones de dólares anuales en cuidados de la salud que no ignoran estos factores subjetivos. Más de dos tercios de las escuelas de medicina tienen ahora cursos de medicina complementaria, a pesar de que las relaciones entre los dos enfoques permanecen tan inquietas (y aún cínicas) como siempre lo fueran. Parte de la medicina integral es un intento de encontrar una estructura que pueda permitir a ambos enfoques -convencional y complementario- existir en una estructura que no avergüence a ninguna.
El segundo dilema comúnmente enfrentado por los médicos es el muy difícil problema vulgarmente conocido como «Dualismo Cartesiano», o el problema mente-cuerpo; el cual, mas allá de su bagaje filosófico de alto vuelo, simplemente significa: en este momento en general probablemente sienta que tiene cierto tipo de conciencia y libre voluntad, y aún así la ciencia física procede como si la realidad fuera un sistema materialístico cerrado. Aún si usted es filosóficamente un materialista, tiene que traducir constantemente toda experiencia propia en términos materialistas, ya que simplemente no es ésa la forma en que su experiencia le llega. El Fisicalismo, en otras palabras, viola la forma en la cual el mundo se presenta naturalmente (para no mencionar el hecho de que la mayoría de los filósofos del área simplemente no creen que la conciencia pueda ser reducida a un materialismo excluyente). Y aún así, como médico convencional, UD. está más o menos forzado a tratar a un paciente como si fuera esencialmente un sistema biofísico o material -medicación para esto, cirugía para aquello, radiaciones para esto, o una intervención física tras otra. Sus pacientes, cuando se trata de medicina, son máquinas físicas, y aún así usted no siente conscientemente ser una máquina física -ni tampoco sus pacientes. El problema «Cartesiano» en la práctica convencional de la medicina se trata simplemente de que usted está básicamente forzado a tratar al paciente como si fuera una máquina física, cuando ambos saben lo contrario.
Un tercer dilema común enfrentado por la medicina convencional es aquel de la obediencia. Se estima ahora que en muchos casos la mayoría de las fallas en los tratamientos se deben a una falta de obediencia de los pacientes con respecto a la intervención médica prescripta (desde tomar pastillas hasta seguir una dieta recomendada). La obediencia del paciente siempre ha caído en la nebulosa área de la «psicología subjetiva» -exactamente el área excluida por el modelo biofísico de la medicina. Una vez más, las prácticas fundamentales de la medicina biofísica se vuelven ineficaces precisamente debido a aquellos factores considerados como no-centrales por el modelo.
Un cuarto dilema enfrentado por los que ejercen la medicina es raramente mencionado, pero es un tópico siempre agazapado en el silencioso fondo: ¿exactamente dónde localiza usted la enfermedad? ¿Y dónde localiza las causas de cualquier enfermedad? Es prácticamente imposible delimitar un borde alrededor de una enfermedad, independientemente de sus causas. La arteriosclerosis del corazón tiene muchos factores que contribuyen, siendo los principales culpables los ácidos trans-grasos, los que ahora son considerados como contribuidores directos de miles de muertes anualmente pero no obstante son ingredientes comunes en virtualmente toda comida envasada en este país. O tome la cantidad de químicos sintéticos hormonales, cuyo número está ahora en las decenas de miles, de los cuales alrededor del 10% son conocidos cancerígenos. ¿Puede alguien estar sano si la biosfera está enferma? Desde esta perspectiva incómoda, parece que como médico, cuando usted trata a cualquier paciente, está siendo llamado a arreglar un pequeño vínculo en una cadena de eventos integralmente enferma.
Los médicos enfrentan este doloroso dilema todo el tiempo. Un adolescente concurre al consultorio para el tratamiento de una neurosis de ansiedad; rápidamente se vuelve obvio que no es tanto el adolescente el que está enfermo como su familia, con un padre abusivo y una madre alcohólica. ¿Dónde está «localizada» la enfermedad? Para no mencionar el hecho de que este adolescente tiene que atravesar detectores de metales todos los días en la escuela para asegurar que no porta una ametralladora Uzi. ¿Y que debe hacer el pobre médico? Medicar al chico, por supuesto.
El dilema es simplemente ese, así como de alguna manera misteriosa todo estuviera conectado con todo lo demás, así toda enfermedad está, de alguna manera, profundamente imbricada en redes, sistemas y cadenas de patología. Así cualquier paciente “individual” se torna algo similar a un canario en el proverbial túnel de la mina, detectando la enfermedad sistémica un poco antes que otros y teniendo el buen sentido de caer muerto antes.
Tanto si cualquier practicante de la medicina explícitamente piense a la enfermedad como siendo parte de mayores (y probablemente enfermos) sistemas en el mundo o no, usualmente existe la corrosiva sensación de que los esfuerzos propios en el cuidado de la salud no son muy diferentes a ser un médico en una unidad MASH durante una guerra: los remienda y los vuelve a enviar directo al campo de batalla para que reciban el próximo proyectil. La insalubridad intrínseca de la situación parece ser sentido hasta cierto punto por todos los profesionales de la salud sensibles.
Relacionado con ese difícil asunto de cómo definir o aún localizar una «enfermedad» está el dilema opuesto e igualmente imposible: ¿qué queremos decir con «salud»? Una vez que se comprende que un ser humano no es simplemente un ensamblado de partes físicas, sino que contiene dimensiones emocionales, mentales y espirituales que no pueden ser reducidas sin consideración a procesos materiales, entonces ¿qué significa exactamente «salud» en tal ser multidimensional? ¿Cuántos niveles de ser -físico, emocional, mental, espiritual- debería tratar un médico? ¿Puedo estar sano si estoy mal alimentado espiritualmente? Si el análisis de sangre de un Nazi resulta ser completamente normal, ¿está esa persona sana? «Bueno, como médico, ése no es, ni puede ser, mi principal preocupación». Pero es el mismo dilema agonizante, ¿no es así? Diciendo que esas áreas no son de la incumbencia de los médicos, estamos aliándonos con la vieja versión materialista de la medicina, forzándonos así a tratar a la persona de acuerdo a un modelo que tanto el médico como los pacientes saben que es una tontería. Y también está el otro doloroso dilema: como profesional del cuidado de la salud, usted podría de hecho tener que especializarse en un área en particular e ignorar y compartimentalizar todas las otras; pero como un ser humano, simplemente no puede hacer eso y conservar algún tipo de salud básica o decencia. Cuanto más efectivo es como médico convencional, frecuentemente se encuentra como convirtiéndose en menos ser humano.
La medicina integral está diseñada, en parte, para ayudar con esos dilemas, no tanto en la medida en que afectan al paciente o cliente, pero en tanto lo hacen con el médico y el practicante de la medicina. La medicina integral también es, obviamente, una forma más eficaz y eficiente de ayudar a los pacientes; pero es, primera y principal, una forma de ayudar a los profesionales de la medicina a manejar todos esos problemas opresivos y dolorosos dilemas.
Esta es una de las maneras definitorias que establece a la medicina integral lejos de la medicina convencional como de la medicina alternativa. Algunas veces se dice que la medicina convencional trata la enfermedad y la medicina alternativa trata a la persona. Eso está bien, y personalmente creo que ambas son muy importantes. Pero la medicina integral va un paso más allá: trata a la enfermedad, a la persona y al médico.
Todos los dilemas arriba mencionados son variaciones de un tema común: la naturaleza de un ser humano y su relación con un conjunto mayor de cosas. A pesar de que podría parecer en este punto que estamos tomando un rodeo innecesario a través de la filosofía, psicología, metafísica o algún otro campo alarmantemente irrelevante, el punto en relación a cualquier aproximación verdaderamente integral es que toma contacto con tantas áreas de investigación como fuera posible antes de retornar rápidamente a los temas específicos y aplicaciones de una práctica dada, en este caso, medicina. Afortunadamente, los resultados de este rodeo particular pueden ser resumidos muy simple y sucintamente, con la directa relevancia para la medicina.
Una aproximación integral significa, en ese sentido, la «vista desde 50.000 pies». Es una mirada panorámica a los modos de inquisición-interrogación (o las herramientas para la adquisición de conocimiento) que utilizan, y han utilizado, los seres humanos, por décadas y a veces siglos. Una aproximación integral está basada en una idea básica: ninguna mente humana puede estar 100% equivocada. O, podríamos decir, nadie es tan avispado para estar equivocado todo el tiempo. Y eso significa, cuando se trata de decidir cuáles enfoques, metodologías, epistemologías o formas o conocimiento son «correctos», la respuesta solo puede ser «Todos ellos». Esto es, todas las numerosas prácticas o paradigmas de la indagación humana -incluyendo a la física, química, hermenéutica, investigación colaborativa, meditación, neurociencia, búsqueda de una visión, fenomenología, estructuralismo, investigación de energía sutil, teoría de los sistemas, viaje chamánico, teoría del caos, psicología evolutiva- todos esos modos de inquisición tienen una importante pieza del más abarcativo rompecabezas de una existencia total que incluye, entre otras muchas cosas, salud y enfermedad, doctores y pacientes, enfermarse y curarse.
Entonces, una aproximación integral no comienza por preguntar, por ejemplo, «¿Cuáles de esas metodologías son correctas y cuáles son incorrectas?»; en cambio, pregunta «¿Qué clase de Universo es este que permite, en primer término, que surjan todas esas prácticas?». Desde el momento que ninguna mente puede producir un 100% de error, esto significa inevitablemente que todas esos enfoques tienen por lo menos algunas verdades parciales para ofrecer una conferencia integral, y la única pregunta verdaderamente interesante es ¿qué tipo de estructura podemos idear que de lugar a esas verdades importantes aunque parciales de todas esas metodologías? Si encontráramos tal estructura, no sería probable que tendría un impacto directo en la práctica de la medicina y en los difíciles dilemas enfrentados por los practicantes de medicina quienes, en efecto, están actualmente forzados a ser menos que integrales en la práctica médica -sintiendo no obstante la tensión e inquietud de desear ser tan totales e integrales como puedan como seres humanos? ¿Y deseando convertir esa integridad en una integralmente informada práctica de la medicina? ¿Es realmente necesario que cuanto más me convierta en un doctor, tanto menos me convierta en ser humano? ¿O hay acaso alguna forma de practicar la medicina que no ceda ni un ápice de las dimensiones rigurosamente científica, empírica y clínica que siempre serán la piedra angular de cualquier moderno sistema científico de cuidado de la salud, pero haciendo lugar también, de forma coherente, a todas esas otras dimensiones de ser-en-el-mundo, dimensiones que, si son ignoradas o reprimidas, no solo nos sustraen de nuestra propia humanidad sino de ser un médico verdaderamente efectivo?
Para señalar lo que está implicado, he aquí un ejemplo de cómo una aproximación integral ha sido utilizada en psicología; el ejemplo es directamente relevante porque es en las dimensiones de la psicología y la conciencia que la aproximación integral tiene mucho que ofrecer a la medicina convencional.
Existen cuando menos una docena de escuelas de psicología principales, en el Este y el Oeste, antiguas y modernas. Están los enfoques más «externos» y «objetivos» a la conciencia, como por ejemplo la neurociencia, la ciencia cognitiva, la teoría del caos y la complejidad, conductismo y neurofarmacología. Están los enfoques más «internos» o «subjetivos», como la psicología profunda, la meditación, las visualizaciones guiadas, y la fenomenología. Están los enfoques «sociales», que enfatizan la naturaleza relacional de la conciencia, incluyendo la terapia familiar, la teoría de los sistemas y la psicología social. Y están las enfoques de vanguardia, incluyendo la investigación de la energía sutil, capacidades metanormales y paranormales, y los estados y etapas transpersonales de la conciencia.
Cuando comencé a estudiar psicología y a la conciencia, todavía era una práctica común elegir una (o cuando mucho dos) de esas escuelas, decidir que esos eran básicamente los enfoques correctos, y luego pasar el resto de nuestra vida profesional atacando vigorosamente a las otras diez escuelas. Pero a medida que las perspectivas integrales comenzaron a tener efecto en el campo, la pregunta central en los estudios de psicología y de la conciencia cambió desde «¿cuál de esas 12 escuelas es la mejor o más precisa aproximación?» a «¿porqué es que existen esas 12 escuelas en primer lugar?». Nadie es lo suficientemente listo como para estar equivocado todo el tiempo. La implicación estaba clara: si estamos destinados a tener en algún momento una visión comprensiva, inclusiva e integral de la psicología y la conciencia, hay una y sólo una cosa que sabemos de seguro: incluirá a las 12 escuelas. Cientos de miles de hombres y mujeres decentes alrededor del mundo ya están practicando neurociencia, o farmacología psiquiátrica, o meditación, o investigación de energía sutil, o psicología transpersonal, o contemplación, o teoría del caos y la complejidad. La mayoría son mujeres y hombres íntegros, responsables, sinceros y comprometidos, quienes creen honestamente que la práctica del campo de su elección está produciendo una contribución positiva y útil a la humanidad. ¿Y saben ustedes qué? Les creo. Y confío en que usted lo hagan también. No es cuestión de si lo pueden hacer, o deban hacerlo, o estén equivocados en hacerlo. Simplemente es el caso de que ya lo están haciendo, y lo están haciendo en comunidades de conocimiento que han transmitido su conocimiento por décadas o aún siglos, todas ellas contribuyendo de formas invalorables a la suma total de comprensión acerca de lo que significa ser un ser humano en el mundo. De esa forma, la pregunta verdaderamente interesante en los estudios de psicología y de la conciencia rápidamente se convierte en «¿qué estructura teórica puede dar cuenta de las importantes aunque parciales verdades de todas esas 12 escuelas?«. Y luego, «una vez que tenemos una suerte de teoría integral y no excluyente, ¿cómo puede esa teoría integral ser puesta en práctica integralmente?
En los estudios de psicología y de la conciencia, he aquí un resultado de tal aproximación integral. Si usted pone a todas de esas 12 importantes escuelas de psicología sobre la mesa, si asume que todas tienen una pieza importante del rompecabezas mayor, si se pregunta entonces «¿Cómo debe ser la naturaleza de la psiquis humana de forma tal que todos esas enfoques estén focalizados en algún aspecto importante de ella?», una de las conclusiones a las que arriba es que la psique humana debe contener varias dimensiones o dominios para que existan las metodologías arriba descriptas en primer lugar. El tipo de psicología integral con el que estoy más familiarizado condensa todas esas «necesidades» en cinco de las más importantes dimensiones o componentes de la psique, denominados cuadrantes, niveles, líneas, estados y tipos. «Cuadrantes» es sólo una abreviatura de perspectivas en primera, segunda y tercera persona. Todas las lenguas humanas principales tienen pronombre de primera, segunda y tercera persona (primera persona: yo, nosotros; segunda persona: tú, Ustedes; tercera persona: él, ella, ellos, eso, su). La explicación más simple y menos derogatoria para esto es: esos pronombres representan dimensiones reales y durables de experiencia y realidad, dimensiones a las cuales el lenguaje mismo se ha adaptado e incluido a lo largo de la evolución.
– Las dimensiones de primera persona de ser-en-el-mundo incluyen, entre otras cosas, el «yo» interior, auto-identidad, arte y expresión estética, meditación, psicología profunda, visualización guiada, introspección, oración contemplativa, estados de conciencia normal/alterada, y fenomenología interior.
– Las dimensiones de segunda persona de ser-en-el-mundo envuelve, entre otras cosas, las forma en las que un «tú» y un «yo» pueden reunirse y formar un «nosotros» (razón por la cual «tú» y «nosotros» son a veces tratados conjuntamente como una segunda persona), y por lo tanto las dimensiones de segunda persona incluyen a la cultura, hermenéutica, entendimiento mutuo, moralidad (o cómo nos tratamos entre nosotros con respeto), intersubjetividad en todas sus dimensiones, y la comunicación en sí misma.
– Las dimensiones de tercera persona del ser-en-el-mundo incluyen los enfoques más «objetivas» a la realidad, los que no utilizan el «lenguaje yo» o «lenguaje nosotros» sino el «lenguaje ello» -por ejemplo, las enfoques más científicos que se focalizan en esas dimensiones de tercera persona del ser-en-el-mundo-, enfoques que incluyen física, química, neurociencia, farmacología, y demás. Estos enfoques «ello» algunas veces están subdivididos en enfoques individuales y de sistemas, brindándonos las ciencias que se focalizan en un individuo o sus subcomponentes (las versiones más «atomísticas» de la ciencia, incluyendo física, biología molecular, etc.) y aquellos que se focalizan en lo colectivo (como las numerosas formas de teoría de los sistemas, ecología, y teoría de la complejidad). Estos dos enfoques frecuentemente son resumidos en «ello» (singular) y «ellos» (plural, colectivo, sistemas). De forma tal que los cuadrantes (yo, nosotros, ello y ellos) son nada más que una forma simple de seguir las cuatro dimensiones principales del ser-en-el-mundo que no solo están insertas en todas las lenguas principales -y están por ello presentes y completamente operativas tanto en usted como en sus pacientes- sino que son dimensiones de la realidad que han sido intensamente investigadas por literalmente cientos de paradigmas principales, prácticas, metodologías y modos de investigación.
Estas dimensiones del ser-en-el-mundo son más sencillamente resumidas como uno (yo), cultura (nosotros), y naturaleza (ello). O arte, moral y ciencia. O lo bello, lo bueno y la verdad. O simplemente yo, nosotros y ello. Y el punto interesante es que, por lo que sabemos, ninguna de esas dimensiones puede ser reducida sin remanente a las otras (por lo que, como científico, usted podría tratar de focalizarse exclusivamente en la dimensión «ello» de la realidad, pero como ser humano, no puede hacerlo sin romper el entramado de la experiencia).
Por supuesto, por siglos, los reduccionistas que representaron todos los cuadrantes han tratado de reducir los otros tres cuadrantes a furtivas variaciones del propio, solo para encontrarse con un enojoso fracaso tras otro. El materialista es un «yo» que pasa su tiempo tratando de probar que los «yo» no existen, un idealista subjetivo es un «yo» que mira hacia los «ello» y trata de probar que no existen, un constructivista postmoderno trata de probar que ambos «yo» y «ello» no son nada más que construcciones sociales de un «nosotros». En general, uno tiene la idea de cuatro miembros de un cuerpo, cada uno declamando que los otros no existen, una situación que probablemente pueda ser mejor sintetizada por Lovejoy: «no hay estupidez humana que no haya encontrado su campeón».
Pero en todo caso, ese intento reduccionista es simplemente no interesante para un practicante integralmente informado, ya que nadie es lo suficientemente listo para estar equivocado todo el tiempo.
Si usted mira a estos cuatro cuadrantes, insertos en todas las lenguas naturales, rápidamente resulta aparente que se encuentra involucrada una simple simetría. «yo», «nosotros», «ello» y «ellos» representan el interior y el exterior, de lo individual y lo colectivo. La dimensión izquierda o interior (del yo y nosotros, o las dimensiones de primera y segunda persona del ser-en-el-mundo) son «invisibles», en lo que respecta a que no pueden ser vistas por los sentidos (por ejemplo, matemáticas, lógica, entendimiento mutuo, amor, compasión, introspección, meditación, visualizaciones guiadas, estados de conciencia normales y alterados, etc.); pero la dimensión derecha o exterior (de ello y ellos) puede ser vista con los sentidos, en cuanto es la dimensión objetiva o de tercera persona de ser-en-el-mundo, incluyendo átomos, moléculas, células, organismos, ecosistemas y así. Si los cuadrantes Izquierdo y Derecho representan la realidad interior y exterior, los cuadrantes superior e inferior representan al individuo (yo, ello) y lo colectivo (nosotros, ellos).
Ahora la implicancia de ese simple esquema es que todos esas dimensiones van inextricablemente unidas, por no otra razón que usted no puede tener un interior sin un exterior, o un singular sin un plural (por lo cual probablemente el reduccionismo tiene una historia de fracaso tan consistente). Pero repentinamente esto se convierte en absolutamente intrigante debido a que se relaciona directamente con la práctica de la medicina. Si usted utiliza simplemente los cuadrantes solamente, y los despliega en una mesa, se vuelve obvio que la medicina convencional se ha focalizado casi exclusivamente en uno de los cuadrantes -esto es, en el cuadrante Superior-Derecho, o la dimensión singular de tercera persona del ser-en-el-mundo. En otras palabras, la medicina convencional se ha focalizado casi enteramente en el organismo individual y la dimensión física objetiva de ese organismo (incluyendo su anatomía, fisiología, sistemas orgánicos y el efecto de las intervenciones físicas de las drogas en la cirugía) -todas las dimensiones «ello» de una persona, las cuales son definitivamente reales y definitivamente una parte crucial de la salud- pero son, por decir, solamente 1/4 de la historia total que se esta presentando en su consultorio. Si usted y sus pacientes tienen estas cuatro dimensiones siempre disponibles y siempre funcionando en cualquier oportunidad, pero sí, en su práctica de la medicina, se le «permite» solamente usar o tratar 1/4 de la condición actual, entonces algún tipo de ruptura horrible ha ocurrido en algún lugar, y tanto usted como sus pacientes pueden sentirla, pueden sentir esta fractura desagradable del Kosmos llamada «ir al doctor».
Quizá es obvio que muchos enfoques alternativos y complementarios a la medicina están, a su modo, intentando incluir los otros tres cuadrantes desconsiderados por la medicina convencional. Por ejemplo, muchos enfoques alternativos intentan incluir las importantes dimensiones del Cuadrante Superior-Izquierdo (o «yo»), incluyendo meditación, visualización guiada, técnicas de relajación, visualización, oración contemplativa, y demás. Otros enfoques intentan incluir la importancia de los sistemas sociales (o el Cuadrante Inferior Derecho), y así observan los temas de la salud en el contexto mayor de los sistemas ecológicos y las toxinas ambientales, sistemas sociales y sus enfermedades, y las complejas redes que involucran a todas las criaturas vivientes. Otros enfoques complementarios llaman la atención a las más delicadas dimensiones del Cuadarante Superior Derecho, como por ejemplo las energías sutiles que parecen rodear y permear al organismo físico total. Aún otros enfoques complementarios agregan la importancia del cuadrante Inferior-Izquierdo o «nosotros» -la importancia de la cultura, de una red de apoyo de entendimiento interpersonal (incluyendo la comunicación entre doctor, paciente, familia y amigos), al mismo tiempo que los grupos de apoyo o terapia de grupo.
A pesar de ser cierto que, por ejemplo, las mujeres con cáncer de mama que se unen a grupos de apoyo usualmente tienen una tasa de supervivencia un 30% mayor a aquellas que no lo hacen, el punto en que la cultura interpersonal es un bien es sí misma, un cuadrante o dimensión del ser-en-el-mundo muy real y muy importante, y uno se involucra con esa dimensión no solo porque hace que el organismo físico dure un poco más, sino porque ejercita una profunda, maravillosa y honda dimensión del ser-en-el-mundo y de conciencia. El hecho de que las personas se vuelven más sanas cuando hacen eso es simplemente decir que lo comprensivo es mejor.
Los ejemplos abundan. Una estructura integral sugiere que todo estado de conciencia en el individuo «yo» tiene un correspondiente estado cerebral en el organismo físico (o el «ello» individual).
Usted puede tratar un estado cerebral con farmacología o neurocirugía; tratar estados de la mente y la conciencia con psicología profunda y meditación. No es necesario que, como neurocirujano, o aún como practicante familiar, deba de alguna manera utilizar psicología profunda y meditación en su práctica (a pesar de que ciertamente puede hacerlo si lo desea); pero es el caso de que un practicante médico integralmente informado es conciente de las dimensiones reales de existir y de conciencia que están presentes en sus pacientes y de esa forma puede decir cuándo podrían necesitar Prozac o cuando podrían necesitar meditación -o ambos. Tal como es ahora, la mayoría de las enfermedades en otros cuadrantes son tratadas con herramientas que se dirigen efectivamente solamente al organismo físico: las enfermedades del alma son tratadas con antibióticos, debido a que los pacientes reclaman algo.
Mientras que la mayoría de las estructuras holísticas o alternativas reconocen la importancia de esos cuatro cuadrantes o dimensiones (intencional, conductual, social y cultural), una estructura integral continúa expandiendo su rango heurístico reconociendo también niveles, líneas, estados y tipos. Esto no es meramente una estructura ecléctica, la cual está presente en la mayoría de los enfoques alternativos u holísticos (y que simplemente afirman que todo está conectado con todo), pero es una estructura integral (o un sistema coherente que específicamente indica cómo todo está conectado con todo). Daré aquí solo unos pocos ejemplos rápidos para mostrar qué está involucrado, y luego regresaremos a lo que podría implicar una práctica médica «integralmente informada».
Entre los especialistas en las dimensiones interiores del individuo (el cuadrante «yo» o Superior-Izquierdo), encontramos un extendido consenso en que hay etapas de conciencia, estados de conciencia, y tipos de conciencia. Debido a que los eventos en cualquier cuadrante reverberan a lo largo de todos los cuadrantes (con la salud o enfermedad en uno tendiendo a inducir salud o enfermedad en los otros), una estructura integral nos da una pauta para comenzar a correlacionar los efectos de diferentes aspectos de la conciencia en la salud o enfermedad orgánicas. El impacto de los estados alterados de conciencia en la salud y en la curación han sido documentados desde los tiempos chamánicos hasta la psiconeuroinmunología actual. Igualmente importante es la existencia de etapas de conciencia. Las etapas u ondas u olas de conciencia documentadas parecen recorrer el espectro de sensorial a mental a espiritual; de lo pre-personal a lo personal a lo transpersonal; de lo subconciente a lo auto-conciente a lo superconciente.
Cuando los antiguos hablaban acerca de un espectro de conciencia abarcando desde la materia al cuerpo a la mente al alma al espíritu, parece que expresaban una versión de este gran espectro de potencialidades -físicas, emocionales, mentales y espirituales- potencialidades que, como los cuadrantes, resisten efectivamente el reduccionismo.
Sí, lo sé, el intento de reducir el espíritu a la materia es otra tontería que no ha dejado de tener sus campeones. Pero aún cuando uno lo intentara, simplemente no puede reducir al espíritu a combinaciones y permutaciones de una suciedad vivaz. Y el porqué se levantaría esta suciedad y comenzaría a escribir poesía nunca ha sido aclarado por los materialistas de todo tipo. No es solamente que ese reduccionismo viola el entramado de los hechos, sino que invariablemente falla en sus propios términos, importando de forma implícita las mismas cosas que intenta explicar. Williams James llamó al reduccionismo «genio apoyado por el prejuicio» -se necesita un genio para hacer que ese juego filosófico parezca tener sentido, y se necesita del prejuicio de querer hacerlo en todos los casos. Un médico más integralmente informado simplemente aparta todo prejuicio reduccionista y, arrojando la red teórica lo más extensamente posible de forma tal de no capturar la menor cantidad de secretos abiertos, reconoce que los seres humanos han sabido bastante desde el primer día: todos tenemos dimensiones físicas, emocionales, mentales y espirituales de existencia y conciencia.
Más aún, parece que cada una de esas dimensiones, niveles u ondas puede existir en formas saludables o enfermas. No sólo hay más formas de estar sano que las que reconoce la medicina convencional, sino que también hay más formas de estar enfermos.
Por supuesto, estas cosas siempre están entretejidas, pero de hecho parecen existir una salud física, salud emocional, salud mental y salud espiritual expresando los niveles, etapas u ondas de este extraordinario espectro. De forma análoga, parece existir una enfermedad física, enfermedad emocional, enfermedad mental, enfermedad espiritual. Como veremos, este gran espectro de salud y enfermedad se convierte en algo de gran interés para un médico integral.
A través de este espectro de la conciencia con sus etapas u ondas corren numerosas y diferentes corrientes o líneas. Esto es, parece haber cuando menos dos docenas de líneas o corrientes de desarrollo relativamente independientes que progresan a través de los niveles u ondas de desarrollo de la conciencia. Estas líneas de desarrollo incluyen la línea cognitiva (estudiada, por ejemplo, por Robert Kegan, Patricia Arlin), la línea interpersonal (por ejemplo, William Seman, Cheryl Armon), aquella de los valores (Clare Graves), autoidentidad (Jane Loevinger), etapas de la fe (James Fowler), moralidades (Lawrence Kohlberg, Carol Gilligan), necesidades (Abraham Maslow), entre otras.
Estas líneas o corrientes de desarrollo a veces son llamadas «inteligencias» de un modo bien conocido por Howard Gardner (e.g., inteligencia emocional, inteligencia musical, inteligencia kinestésica, inteligencia cognoscitiva, etc.). El importante fenómeno conocido como «ondas y corrientes» (o «niveles y líneas») simplemente significa que una persona puede estar en un nivel bastante alto del desarrollo en alguna línea (tal como la cognoscitiva), en un nivel medio del desarrollo en otra línea (tal como la interpersonal), y en un nivel decididamente bajo en alguna otra (tal como la moral). Esto también tiene sentido intuitivo ya que todos conocemos individuos que son, por ejemplo, altamente inteligentes pero no muy éticos; o gente que es altamente avanzada en algunas habilidades y no tan desarrollada en otras.
Una psicología integral hace el sitio para todos esos factores. Y todos esos factores vienen urgente e inevitablemente al juego, no sólo en salud y sanidad, sino en el escenario completo que significa la práctica de la medicina, no de un mecánico a una máquina, no de un plomero a una rodilla rota, sino de un ser humano a otro. ¿Qué tal si en su pequeño bolso médico negro usted tiene — no 20 píldoras, dos escalpelos, y un martillo ortopédico — sino todos los cuadrantes, todas las olas, todas las corrientes, todos los estados, y todos los tipos? ¿Qué tal si su bolso médico incluye un mapa más comprensivo y más integral del ser humano que ha venido a usted por ayuda, tal que usted puede tomar un diagnostico verdaderamente integral que cubra todas las bases conocidas de lo que pudiera estar enfermo en este ser humano ahora que está de pie delante de usted? «pero, desafortunadamente todos esos factores no son mi preocupación. Como médico, debo centrarme en salud y enfermedad orgánicas.» Pero, como usted ve, ellas son su preocupación, porque en esta cultura, cuando alguien realmente enferma, todos les dicen la misma cosa: » más vale vea a un doctor.» Si usted está realmente enfermo, en virtualmente cualquier área, no va a un rabino, a un sacerdote, o a un policía. Usted va a un doctor. ¿Y qué puede el pobre doctor hacer? La mayoría de los practicantes le dirán que en más de la mitad de los casos, no hay nada físicamente mal en el paciente. Pero lo que realmente significa es que no hay nada mal en el cuadrante Superior-Derecho, porque hay claramente algo mal en uno de los otros cuadrantes (o los otros niveles o líneas o estados). Una vez más no es necesario que si usted es, por ejemplo, un médico de cabecera, deba poder por sí mismo tratar todas las enfermedades en todos los cuadrantes o los niveles o los estados. La especialización será siempre necesaria a un cierto grado. Pero si usted aspira ser médico facultativo integralmente informado, usted estará por lo menos familiarizado con las enfermedades y los tratamientos en los otros cuadrantes y dimensiones. Una «práctica médica integral» es una práctica que ubica la panoplia entera de tratamientos eficaces a través de todos los cuadrantes y dimensiones de la salud humana y de la enfermedad. De hecho aparecen ondas físicas y emocionales y mentales y espirituales de ser y del conocimiento, cada una de ellas poseen una dimensión «Yo» una «nosotros» y una «ello». Y a través de esas ondas de la existencia parecen funcionar corrientes cognoscitivas y corrientes de la auto-identidad y corrientes del valor y corrientes artísticas, atropellando y rodando a través de ese espectro extraordinario de progresión subconsciente a autoconsciente a superconsciente. Y ahora se ve que cada una de esas variables actúa probablemente en cada caso de salud y enfermedad, dolencia y recuperación, sanador y sanado. Pero el ingrediente crucial en cualquier práctica médica integral no es el bolso médico integral en sí mismo — con todas las píldoras convencionales, y la cirugía ortodoxa, y la medicina de la energía sutil, y las agujas de la acupuntura – sino solamente el sostenedor de ese bolso, el médico integralmente informado del cuidado de la salud, los doctores y las enfermeras y los terapeutas que se han abierto a sí mismos en un espectro entero de la conciencia – de la materia al cuerpo, a la mente, al alma, al espíritu — y que de tal modo han reconocido que parece estar sucediendo en cualquier acontecimiento: el cuerpo y la mente y el espíritu están obrando en uno mismo en la cultura y en la naturaleza, y así la salud y la sanidad, la enfermedad y la integridad, están todas ligadas en un tapiz multidimensional que no se pueda cortar sin una hemorragia fatal.
Una práctica médica integralmente informada cambia primero al médico; él o ella puede entonces decidir cuáles de los tratamientos — convencionales, alternativos, complementarios, y/o holísticos — desea utilizar al practicar la medicina con integridad. Puede incluir el agregado de nuevos tratamientos, convencionales y alternativos; o más concientemente derivando pacientes a médicos de otros cuadrantes cuando un diagnóstico integral así lo indica; llegando a ser parte de un grupo o de un centro médico que se especializa en tratamientos integrales (teniendo el staff de especialistas en distintos cuadrantes, estados, y niveles de salud y de enfermedad). El único artículo que es constante en todos ésos es el médico transformado. Es el médico que se sana y se integra primero, no simplemente aprendiendo nuevas y complementarias técnicas, sino asumiendo una nueva conciencia que de lugar a las nuevas técnicas; y cómo esa integridad entonces se expresa en una práctica médica integralmente informada puede variar considerablemente. La ventaja de la práctica médica integralmente informada sobre acercamientos convencionales y holísticos podría ser algo más obvia. El problema con muchas prácticas alternativas, complementarias, y holísticas es que, pese a todo su noble intento y esfuerzo sinceros, terminan a menudo simplemente creando un amontonamiento de tratamientos sin un diagnóstico o un plan integralmente informado del tratamiento. A menudo resulta ser que si prescribo doxycyclina y hierbas chinas, yo soy holístico. O también si en cada radioterapia agrego 15 minutos de imaginería guiada. El problema con esta aproximación, en mi opinión, es que se centra demasiado a menudo simplemente en el aumento del número y de los tipos de tratamientos o de técnicas en el pequeño bolso negro, y por lo tanto cae en que resulta el mismo acercamiento criticable del juego de herramientas, pero ahora con más clases de píldoras y de martillos. Eso a menudo abre al médico holístico a formas de tratamiento que son inefectivas o aún regresivas, simplemente porque todo debe ser incluido. Pero decir que ninguna de esas alternativas está el 100% errada no es decir que el 100% de ellas son correctas. Los acercamientos integrales pueden ser muy rigurosos en estándares de evidencia y de eficacia, un rigor que algunos acercamientos holísticos dejan de lado demasiado rápido en una tentativa de «incluir todo”.
Yo realmente no creo ser poco amable aquí, pero una práctica médica genuinamente comprensiva no tiene que incluir sanguijuelas, ojo de lagarto, o estiércol de dragón, no importa qué nombre de oriente los señale. El beneficio neto de esta tensión entre los acercamientos convencionales y alternativos es que los médicos están hoy muy infelices con el estado actual de la medicina convencional pero desconfían a menudo de las alternativas holísticas. Saben que la medicina convencional los está lisiando como seres humanos e impidiendo la salud que pueden ofrecer al enfermo; con todo sospechan que demasiados acercamientos alternativos y holísticos han dejado de lado la evidencia y el rigor con tal de demostrar una versión médica de pensamiento políticamente correcto: nadie desea marginar sanguijuelas. Una práctica médica integralmente informada no descuida los tipos de tratamientos eficaces que puedan o se deban incluir en un tratamiento médico comprensivo. Pero todo eso, viene en verdad después de la transformación de los mismos médicos. La primer cosa que usted deberá cambiar si adopta un acercamiento integral es su propio conocimiento, su propio sentido, su propio mapa de posibilidades humanas, un mapa que se ha ampliado dramáticamente de intervenciones orgánicas a cuidar, para un ser humano en toda su extraordinaria riqueza a través de un espectro entero que incluso aquí y ahora funciona del polvo a la deidad, de la suciedad al divinidad. Un médico facultativo integralmente informado es quién ha dejado la mayor cantidad del Kosmos en su mente, encuentra de tal modo la mayoría de los potenciales para la salud y el cuidado curativo y compasivo, y trae esa gran mente a su práctica de una manera que inculca más confianza y más humildad, todo junto. La medicina integral está en su infancia. Como tal, los médicos y los profesionales del cuidado de la salud que están ayudando a forjar una práctica integral están en viaje hacia un increíble descubrimiento, discutiblemente uno de los más importantes que la milenaria profesión de la medicina ha hecho jamás.
Creo personalmente que la medicina sutil de la energía está en el borde de las brechas científicas que solamente podrían revolucionar las dimensiones objetivas de la asistencia médica. Hay también capítulos en el territorio extenso de la dimensión del «yo» con todas sus ondas, corrientes, y estados — incluyendo el papel de factores mentales en salud y enfermedad orgánicas; las muchas maneras que la mente y el cuerpo no pueden ser reducidas el uno al otro ni separados uno de otro; la naturaleza de sanidad consciente; modos de transformar enfermedad implicando ambos estados y etapas más altas de la conciencia; y maneras que el profesional del cuidado de la salud puede transformar el suyo o su propia conciencia también, particularmente con el servicio y el contrato transformacional — el espectro entero de «abrir su corazón: física, emocional, y espiritualmente». Hay capítulos importantes en la dimensión «nosotros» de salud y de enfermedad, incluyendo perspectivas transculturales en enfermedad y sanidad; medicina participante; medicina relacional; las muchas maneras que cada «yo» y «ello» son anidados en estratos del «nosotros» — es decir, los temas y los objetos se presentan en ambos fondos culturales de intersubjectividad que desempeñan un papel enormemente influyente en la salud y la enfermedad (las dimensiones hechas principalmente por el grado de negligencia usualmente concedidas a ellas, en los acercamientos convencionales y alternativos semejantes). Como los teóricos desde Heidegger a Habermas han demostrado, estos culturales «nosotros» no pueden ser reducidos a los términos de la teoría de los sistemas (o de «ello social»), ni pueden ser capturados por aproximaciones «yo» o «ello» se acerca, pero debe ser tratado en sus propios términos, con sus propias técnicas, y sus propios estilos — maneras que cualquier médico integralmente informado desearía estar familiarizado. En el análisis pasado, la relación del médico-paciente no es un «yo» que funciona en un piso de «ello,» sino de un extraordinario «nosotros» por lo cuál el término «sagrado» es el único adjetivo aproximado, y es ese sagrado «nosotros» que todo sanador erige como un milagro de amor y de gracia que gratamente ninguno de nosotros entenderá (si lo hiciéramos, no piensa usted que sería un feo desorden?). La medicina, cuando funciona, se desliza sobre una onda de milagro y de misterio, de lo cual nada es más misterioso y milagroso que un «nosotros.» Hay capítulos significativos en el importante papel desempeñado por los sistemas sociales, los sistemas de autoorganización del «ello dinámico», las redes de la conectividad ecológica que no dejan individuo indemne. Esto incluye los capítulos en la salud ecológica, la era ecozoica, la trama de la vida y qué significa para nosotros todo — las muchas maneras en que estamos ligados intersubjetivamente y en culturas de «nosotros» pero interobjetivamente en los sistemas de procesos dinámicos. Note que estos sistemas que se entrelazan (tales como la trama de la vida) están descritos siempre en términos plurales en tercera-persona (porque son de hecho sistemas dinámicos e interrelacionados), pero el punto central, por supuesto, es que cada «ello» y «ellos» tienen un correlato «yo» y «nosotros», y todas esas dimensiones necesitan ser tomadas en consideración en cualquier acercamiento integral a la medicina. Aunque el intencional «yo» y el cultural «nosotros» no se pueden reducir, ni explicar, los sistemas sociales de procesos ecológicos, no pueden tampoco existir sin ellos. La trama de la vida cubre solamente un cuadrante, pero un cuadrante demasiado a menudo descuidado en un foco sobre salud individual.
Los capítulos siguientes son los mapas de los intrépidos exploradores moviéndose en un territorio nuevo que pueda solamente ser visto oscuramente formándose en el horizonte de nuestras conversaciones integrales. Esta es la razón por la cual es especialmente importante, me parece, que todas estas aproximaciones se coloquen sobre la mesa, observándolas con un cierto respeto, con una pauta integral tenida presente delicadamente: nadie es tan vivo como para errar todo el tiempo. En este esfuerzo extraordinario, todos tienen una parte del rompecabezas integral, y estamos buscando un marco que puede coherentemente incluir la mayoría del número de acercamientos sin patologizar las alternativas. Este libro, entonces, es no la última palabra en medicina integral, sino simplemente la humilde primera. Es la abertura de un diálogo demasiado largamente ignorado, la apelación de potenciales extraordinarios por demasiado tiempo negado, el reconocimiento de un amor sanador demasiado tiempo no expresado. La medicina integral es un reconocimiento del Kosmos en toda su riqueza radiante; y — de una cierta manera misteriosa que cada médico verdadero sabe en las profundidades del corazón compasivo — un médico integralmente informado es así uno a través de quien el Kosmos sana. Uno en quién el espectro entero de la conciencia permite que hable y grite sus verdades; uno en quién se coloca a sí mismo a un lado en el gesto sanador y deja el universo correr – de la materia al cuerpo al alma al espíritu — en sí mismo y cultiva naturaleza. La Vista panorámica se abrió en el médico integralmente informado reestructurando su propio ser y conciencia, volviendo al médico como una tierna, hueca y hermosa caña de bambú, hueca como para resonar con el sonido del Kosmos entero enjuagando las orillas del alma, salvaje y radiante en todas sus dimensiones, desbordando en un gesto sanador que no deja ser humano conciente intacto, un gesto que cada tanto echa un vistazo a ese juramento colgado de la pared, sabiendo que, en este respeto integral, no hay promesas sagradas rotas en este consultorio.
Publicado en su idioma original en www.shambala.com Mayo 2003.
Traducido por Claudio Tejos Acevedo