La medicina china es un sistema de pensamiento y una práctica coherente e independiente que se ha desarrollado durante más de dos milenios. Basado en textos antiguos, es el resultado de un proceso continuo de pensamiento crítico, así como de una amplia observación y experiencia. Representa una completa formulación y reformulación de materiales, llevada a cabo por prestigiosos practicantes clínicos y teóricos. Sin embargo, está también enraizado en la filosofía, la lógica y los hábitos de una civilización extraña a la nuestra. Por ello ha desarrollado su propia percepción del cuerpo, la salud y la enfermedad.
La cosmovisión china es circular y auto-contenida. Imagina que el universo es un todo, un macrocosmos, conformado por el constante despliegue flujo del Yin y el Yang. La medicina china, al igual que el pensamiento chino en general, empieza y acaba con la noción de un todo, en el que todas partes están relacionadas unas con otras y también con el todo. El médico chino empieza con un conocimiento del todo, configurado por los incontables detalles codificados en los textos médicos tradicionales. A través de la experiencia clínica, desarrolla una sensibilidad a lo individual, y finalmente, el médico alcanza una manifestación concreta del todo -una manifestación que es en sí misma un todo. El movimiento entre estos dos todos, del macrocosmos del conjunto de los fenómenos corporales al microcosmos de un solo ser humano, esta mediado por el marco conceptual de los patrones de desarmonía.
Tanto hoy como en la antigüedad, tanto en China como aquí, el médico debe responder en primera instancia ante el propio paciente. De nada valen las razones más convincentes si en la práctica no ayudan o son perjudiciales. No hay que olvidar que el objeto de toda medicina es llevar o acercar al ser humano a la plena forma fisica y psíquica. La buena medicina, como el buen médico, convence por sus resultados y no por lo hermoso, lógico y bien fundamentado de sus teorías. Antes que ciencia, la medicina era y es artesanía.
Innumerables personas han recuperado su salud gracias a la acupuntura y muchas otras experimentarán, en el futuro, los beneficios de esta medicina ancestral. Pero la gran aportación de las sólidas teorías y la experimentada práctica de la Medicina Tradicional China a la salud del hombre contemporáneo sería que su difusión por Occidente contribuyera a acabar para siempre con cualquier tipo de ortodoxia y para que se establecieran relaciones de colaboración entre las distintas medicinas con la misma naturalidad como las que hoy se establecen entre los especialistas de la medicina oficial.
La medicina no tiene nada que ver con doctrinas y profesiones de fe. No cabe admitir la intolerancia ni la rivalidad entre quienes desempeñan la misma tarea. A diferencia del sacerdote o del chamán, ambos asímismo terapeutas ancestrales, la medicina se basa sobre todo en la razón y actúa mediante procedimientos racionales y remedios de probada eficacia, vengan de donde vengan. En medicina no puede haber alternativas.
Oriental vs Occidental
Las dos estructuras lógicas diferentes han orientado a las dos medicinas en distintas direcciones. La medicina occidental se ocupa principalmente de categorías de enfermedades aislables o de agentes de enfermedad, en los que fija su atención, aisla, y trata de modificar, controlar, o de destruir. El médico occidental empieza por un síntoma, a continuación busca el mecanismo subyacente, una causa precisa para una enfermedad especifica.
La diferencia entre las dos medicinas es sin embargo mayor que la que se da entre sus lenguajes descriptivos. La estructura lógica misma que subyace la metodología, las operaciones mentales que guían las intuiciones clínicas de los médicos y su juicio crítico, difieren radicalmente en ambas tradiciones.
La enfermedad puede afectar varias partes del cuerpo, pero es un fenómeno relativamente bien definido, bien delimitado. La diagnosis hecha con precisión encuadra una descripción exacta y cuantificable de una estrecha área. La lógica del médico es analítica, cortando a través de la acumulación de fenómenos corporales como el escalpelo de un cirujano para aislar una única entidad o causa. El médico chino por el contrario, dirige su atención al individuo completo fisiológica y psicológicamente. Toda la información relevante, incluido tanto el síntoma como las demás características generales, es reunida y tejida hasta que forma lo que la medicina china designa como un «pauta de desarmonía» que describe una situación de «desequilibrio» en el cuerpo del paciente. La técnica de diagnóstico oriental no obtiene una entidad de enfermedad específica o una causa precisa, sino que dicta una descripción de la persona que siendo casi poética es operativa. La cuestión de la causa y el efecto es siempre secundaria frente a la pauta general.
Uno no se pregunta, ¿Qué X está causando Y?, sino, ¿Cuál es la relación entre X e Y?. Los chinos están interesados en discernir la relación entre eventos corporales que ocurren simultáneamente. La lógica de la medicina china es sintética, tratando de organizar los síntomas y signos en configuraciones comprensibles. Las configuraciones totales, los patrones de desarmonía, proveen del marco para el tratamiento. La terapia trata luego de poner la configuración en equilibrio, de restaurar la armonía del individuo.
Así pues, el método chino es holístico, se basa en la idea de que la parte no puede comprenderse sin su relación con la totalidad. Por lo tanto, no se llega a una usa partiendo de un síntoma, sino que se la considera como un elemento de una totalidad. Si una persona presenta un síntoma, la medicina china quiere conocer cómo se integra dicho síntoma en la pauta corporal total del paciente. Una persona que está bien, o «en armonía», no tiene síntomas preocupantes y manifiesta un equilibrio mental, físico y espiritual. Cuando esa persona está enferma, el síntoma es solo una parte de un completo desequilibrio corporal que puede verse en otros aspectos de su vida y comportamiento. El comprender este patrón general, con los síntomas como parte de él, es el desafío para la medicina china. El sistema chino no es menos lógico que el occidental, es simplemente menos analítico.
Un artista chino se preocupa no tanto por la realidad física del caballo, la montaña o la flor que está pintando, sino por capturar el espíritu de lo que describe. La esencia de una pintura está en cada pincelada. El médico chino es tan artista como el pintor chino. Se «dedica a la expresión del espíritu interno en lugar de la verisimilitud física y la pintura reflejará un … espontáneo e instantáneo fluir del pincel.»
El proceso de diagnóstico intenta capturar la esencia de un individuo tal como un pintor chino trasmite la esencia de un paisaje particular. Esta visión del doctor como artista da una gran categoría al médico chino, pero no es así según el punto de vista occidental, y aunque tanto la medicina china como la occidental afirman que un doctor puede convertirse solo en un buen doctor mediante una experiencia clínica intensa, la medicina china pone un mayor énfasis en el desarrollo de la sensibilidad. Este énfasis representa una diferencia crucial entre ambos sistemas médicos. Un médico occidental que ha finalizado su formación se cree ya provisto de la ciencia y destrezas precisas. La práctica clínica representan pues un ámbito en el que se consigue mayor velocidad, precisión y familiaridad. Un medico chino no sale precisamente de su formación con esta clase de confianza. A él o ella no sólo se les ha enseñado una ciencia, sino que también han sido equipados con un instrumento complejo, pero flexible, con el que acercarse al ser humano. El dominarlo lleva toda una vida de práctica.
La medicina china ofrece una visión distinta de la salud y la enfermedad, una visión que es implícitamente crítica con la medicina occidental puesto que niega a ver al individuo como una entidad separada de su entorno, y lo que es aún más importante, la medicina china intenta localizar la enfermedad en el seno del campo o contexto ininterrumpido de un ser físico y psicológico total. La debilidad principal de la medicina occidental, en resumen, es que no tiende a ver el todo. La medicina china tiene otras virtudes notables. Los remedios chinos son a veces más eficaces que los occidentales, y por regla general son más suaves y seguros. Las prescripciones chinas, por ejemplo no suelen tener efectos secundarios. Además es más capaz que la medicina occidental a la hora de tratar enfermedades fruto de las complejas interacciones de los fenómenos físicos y mentales. (En realidad, la idea de unidad del cuerpo, mente y espíritu es uno de los puntos ciegos científicos occidentales). La medicina china, al acentuar el equilibrio y la relación más que la cantidad medible, puede también descubrir y tratar frecuentemente un desorden antes de que sea perceptible mediante las técnicas de diagnóstico occidentales más sofisticadas. La medicina china es capaz de alcanzar dichos espacios que eluden el microscopio y ello, después de todo, constituye la realidad humana.
La medicina china comparte con otros esquemas médicos tradicionales cualitativos, como los modelos clásicos griegos o hindúes, una capacidad para medir la calidad. La medicina occidental moderna, al seguir las trazas de la revolución científica, rompe la continuidad viva de la experiencia, la textura de la realidad humana, en unidades medibles. La realidad se hace perceptible solo en relación a una proyección de unidades de espacio, tiempo, movimiento y materia. Para muchos doctores modernos, la respuesta idiosincrática a la enfermedad -por ejemplo, como el paciente se tapa con una manta, el ambiente en que vive el paciente, el Espíritu, las emociones o valores- ha sido abandonada en la transición que va de lo tradicional a lo científico. Lo que podía haber sido adecuado en un momento de la historia y conducido a grandes logros en el cuidado de la salud, pero surgieron los problemas. Gran parte de lo humano y eficaz se ha perdido o queda por descubrir puesto que el cuidado moderno de la salud muy a menudo elude ver a los seres humanos como seres orgánicos únicos. Olvida con facilidad reconocer que las personas no son simples acontecimientos aislados que pueden ser reducidos a modelos experimentales y mecánicos.
Por otro lado, ningún médico chino honesto puede dejar de sorprenderse por los logros de la medicina occidental, por la facilidad con que una droga como la estreptomicina, o una técnica como una operación a corazón abierto, puede penetrar en el núcleo de los desórdenes que la medicina china encuentra complejos e intratables.
Puesto que la medicina china solo recoge signos externos con el fin de percibir una forma global, tiene también puntos ciegos. Una de sus mayores virtudes -su percepción del cuerpo como un todo- puede ser también su mayor debilidad. La medicina china nunca puede separar la parte del todo, incluso cuando una situación clínica exige que se ignoren las relaciones globales y se trate directamente una parte. Un tumor o una piedra de la vesícula de gran tamaño debe ser a veces identificada, aislada y eliminada. La medicina china no suele hacerlo -le falta tanto la teoría como la técnica para ello.
La medicina moderna occidental es clara, precisa y definitiva, posee el golpe seguro de la medida en oposición al golpe más poco fiable del juicio. Su precisión y tecnología permiten una rápida intervención que puede ser crucial en una situación que amenaza la vida.
La medicina moderna occidental y la medicina china tradicional son dos sistemas discretos de teoría y práctica que tienen virtudes y defectos complementarios. Parecen necesitarse mucho el uno al otro. ¿Puede cada uno de los sistemas absorber algo del otro que permita una mayor efectividad ?
En vez de abrir y enriquecer la mentalidad moderna con las percepciones que nos llegan de la antigüedad, se tiende a abordar la Medicina Tradicional China con una mentalidad cientifista. Pero éste es un acercamiento infructuoso dado que no se puede reducir la cualidad a la cantidad, las imágenes a figuras geométricas, la experiencia al experimento, la intuición al cálculo estadístico. La ciencia no puede abarcar las sutilezas del pensamiento chino y de poco nos sirve en medicina una realidad minimizada a lo que puede ser medido o pesado. La sabiduría rebasa ampliamente los límites de la ciencia.
(Ted Kaptchuk, Una trama sin tejedor)